Y ahora (como el resto de la noche), vuelve ese pensamiento, esa decisión que sé que en algún momento voy a tener que tomar. Como si fuera fácil elegir entre dos posibilidades tan seductoras como una vieja en pelotas. Pero es así, no quiero que nadie lo haga por mí. No hay manera de equivocarme más todavía. Pero, sigo insistiendo, no es para nada fácil. ¿Cómo se elige algo así, cuando del resultado de lo que
YO decida hacer puede terminar tan mal?
¿Te mato mentalmente, o te vuelvo a mirar a los ojo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario