Lo
bueno de la soledad es
no tener que hacer lo que no se tiene ganas. Andar
sucio y
desprolijo. Estar pero
no estar. Desnudarse
sin necesidad de otro cuerpo. Lo bueno de la soledad es no tener
malas compañías. Es poner Maná, Bach, Chopín, Lady Gaga, Joan Jett, The Runaways y No doubt todo mezclado
sin que nadie te diga nada. Lo bueno es poder tomarte un fernet
a las tres de la tarde, a las tres y media un vaso de
vodka con naranja,
a las cinco un whisky atrás de otro. Y vomitar todo en donde se te canta haciendo arcadas y
riéndote porque nadie te escucha ahogarte en inmundicias. Lo bueno de la soledad es que me acompañan los recuerdos que
yo quiero que me acompañen. Lo bueno de la soledad es
fumar hasta que me falta el aire e innundar todo con el humo: la colcha, los almohadones, el decorado,
la lluvia que cae, el aire, la cortina de la ducha,
a mí, a
ella, a
él, a
todos juntos, a
ellos juntos,
a mí con él,
a mí con ella,
todo o
nada.
Lo bueno de la soledad es que
estás acá conmigo cuando te necesito, y cuando quiero que te vayas
desaparecés. Lo bueno de la soledad es la compañía fiel de
uno mismo.
Lo bueno de la soledad es cuando la interrumpe un primo para hacerte compañía en la parte vacía de la cama. Acompañarte tres días e irse para
respetar tu soledad. Lo bueno de la soledad es estar
solo y acompañado al mismo tiempo.
Lo bueno de la soledad es que los libros tienen más sabor, más vida, más muerte, más locura, menos cordura, más colores, más blancos, más negros, más rojos, más azules, más verdes. Lo bueno de los libros es que te dan soledad estando acompañado.
Y lo bueno de mí es que me escapo de mí misma para encontrarme en tercera persona.
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